Tras cinco días de «reflexión», el presidente del Ejecutivo español, Pedro Sánchez, ha decidido seguir en el cargo. La semana pasada, el líder socialista decidió suspender su agenda política porque necesitaba tiempo para «pensar» después de que un tribunal abriera diligencias contra su mujer por presunta corrupción en los negocios y tráfico de influencias.
Desde la apertura del caso contra su esposa, Sánchez ha acusado a la derecha y la extrema derecha de llevar una campaña de acoso contra él y su esposa y se ha mostrado crítico con los «ataques infundados» que asegura haber recibido por su condición de presidente en un país en cuya clase política impera la denominada «maquinaria del fango».
En los últimos días, Sánchez ha logrado la cohesión de todos aquellos partidos políticos que, en un momento u otro, le han apoyado. El PSOE, sus socios de coalición, así como los partidarios de Sánchez, le han dado un completo apoyo, pidiéndole que se quedara.»El presidente ha sufrido una guerra sucia», afirmó el martes la portavoz del Gobierno, Pilar Alegría.