En el parque Stonehenge II, en Ingram, Texas, se dieron cita unas 2 mil 500 personas a la hora del eclipse, sólo una pequeña parte de las millones de personas que serán testigos de este fenómeno en América del Norte.
Para el profesor Grover Swartzlander, además de lo “histórico”, este evento tiene un significado profesional. “Soy físico en el Instituto de Tecnología de Rochester. Recibo financiación de la NASA. Uno de nuestros proyectos es colocar una constelación de lo que se llaman velas solares alrededor del sol. Así podremos comprender mejor la dinámica del astro”, dijo.
Jennyth Peterson, encargada de eventos en Stonehenge II, compartió: “Tenemos gente de los 50 estados de EU, incluso de Alaska y Hawái. Hay turistas de Países Bajos, Finlandia, Alemania, Israel, Nueva Zelanda y demás”.
En otras zonas, como Nueva York, el eclipse fue acompañado por un hermoso arcoíris, causado por las aguas de las cataratas del Niágara
En Terranova, Canadá, los lugareños realizaron rituales relacionados a las tradiciones de los pueblos originarios en torno a la purificación del espíritu y la vibración.
Cabe señalar que, en la localidad de Burgeo, se ubica la Isla Eclipse, llamada así por James Cook, explorador de la Marina Real, en 1766.
En tanto, el Instituto de Geofísica y Astronomía (IGA) de Cuba organizó una observación pública del eclipse en La Habana.